En 1964 el neurólogo norteamericano Paul MacLean, creó una de las ideas erróneas que más han sido divulgadas en el público: la del cerebro triuno (o de los tres cerebros). Según esta idea, el cerebro de los humanos estaría conformado por tres cerebros, uno reptil, uno mamífero inferior y uno humano. Pese a que esta teoría carece de fundamento evolutivo y no tiene sentido fisiológico ni anatómico, es común ver cómo es utilizada en diferentes espacios, quizá por desconocimientos o por mala fe (auqnue es difícil pensar que personas formadas en neurociencia puedan creer en esta teoría). Por ello, dentro del ámbito de la neurociencia investigativa es común ver, de tanto en tanto, la publicación de artículos que intentan demostrar los descabellado de esta idea. Quizá uno de los artículos recientes que resume muy bien este problema es tu cerebro no es una cebolla con un pequeño reptil dentro. Desafortunadamente y dado su atractivo, esta idea se ha difundido y ha tenido inmensas repercusiones en áreas como la Psicología y la educación.
Así pues, es común encontrar que muchas de las fuentes que hablan de neuroeducación lo hacen desde la idea de los tres cerebros. Esta postura puede llevar a pensar que la educación no debería ser solamente dirigida a la “mente racional” – cerebro humano – sino que también debe dirigirse a los otros dos cerebros mediante estrategias como juegos, actividades emocionantes y otras conocidas desde hace mucho tiempo por la Psicología educativa.
Una de las definiciones de neuroeducación que puede ser muy vaga es la de: el papel que juega el cerebro en el proceso de enseñanza y aprendizaje de los estudiantes. Sin embargo – y como es común para varias propuestas que acuden a lo neuro – tras revisar páginas y páginas de descripciones vagas, no es posible encontrar ningún elemento de neurociencia, salvo la constante mención a la necesidad de la emoción para el aprendizaje, haciendo referencia a la idea equivocada de los tres cerebros.
Existen otras perspectivas de la neuroeducación que parecen ser más sólidas y que incluyen en sus propuestas referencias a la emoción y la motivación, incluye términos como el de “Plasticidad cerebral” o “neuronas espejo”. Pero de nuevo, cuando se busca por el real conocimiento del cerebro en esta aplicación, se descubre que no pasa de la mención a ellos como procesos necesarios para el aprendizaje. A esta propuesta de la neuroeducación se le unen términos como neurodidáctica y neuroaprendizaje los cuales se incluyen ocasionalmente para aumentar la credibilidad del tema.
En términos de formación en neuroeducación, existe espectro importante de programas de formación de postgrado en el área (diplomados, maestrías o cursos cortos). En varios de estos se percibe la misma situación: se menciona el estudio de la función cerebral sin profundizar en ella. En algunos de estos programas, los docentes no poseen una formación competente en neurociencia, algunos “cursos cortos” incluyen temas generales y vagos sobre neurociencia sin detallar en su relación con el fenómeno de interés y otros programas de especialización por ejemplo, no presentan detalles del tipo de formación ofrecido. Estas ofertas hacen mención a términos llamativos como “neurotecnología” para el tratamiento de los problemas del lenguaje, la discalculia (dificultad en el aprendizaje de las matemáticas), problemas cognitivos, autismo, inteligencias múltiples, talento, hiperactividad, déficits de atención e incluso trastornos de conducta.
En ausencia de detalles, no es posible juzgar su veracidad pero, basados en lo que sucede en otras aproximaciones “neuro” – que abarcan todas las áreas posibles ofreciendo “curas” a multitud de problemas – es importante ser cautelosos.
Pero existe tambien una aproximación muy rigurosa y seria a la neuroeducación a nivel mundial, donde la neurociencia aplicada a la educación se considera como un área que busca aplicar los conocimientos derivados de la investigación en neurociencia al mejoramiento de las estrategias de la enseñanza.
Dos ejemplos de esta aproximación, son las iniciativas lideradas en Brasil por Roberto Lent y en Francia por Stanislas Dehaene. Lent es un neurocientífico que ha insistido en la necesidad de que la educación se fundamente en la ciencia y en particular las neurociencias. De hecho, ha estado trabajando con el Ministerio de Educación de Brasil y en la creación de una red de neurocientíficos y científicos en general para el delineamiento de la educación.
Por su parte, Stanislas Dehaen es uno de los neurocientíficos más importantes en la aplicación rigurosa de la neurociencia a la educación. Su formación en matemática, Psicología y neurociencias le ha permitido desarrollar sobre bases sólidas su propuesta de neuroeducación. Vale la pena mencionar que Dehaene está colaborando con el Ministerio de Educación Nacional de Colombia en la propuesta de un sistema nacional de educación que facilite y promueva el aprendizaje. Como parte de estos esfuerzos, se realizó en noviembre de 2021 la Semana de la Neuroeducación en Colombia.
Entonces, acercarse a la neuroeducación como propuesta representa una serie de ventajas y de posibilidades. Sin embargo, es necesario estar alertas y tener en cuenta tres errores importantes:
Su gran atractivo: Debido a su importancia, el término ha atraído innumerables personas, muchas sin los mínimos de la formación necesaria en neurociencia. Esto hace que el término se vuelva laxo y pretenda abarcar muchas cosas que en realidad distan de tener algo que ver con neuroeducación.
El neuro innecesario: En muchas de las aproximaciones no rigurosas a la neuroeducación, es innecesario el uso el prefijo “neuro”, pues se refieren solamente a estrategias de enseñanza originales de la Psicología educativa y no se profundiza en lo “neuro” que ellas puedan tener.
Falta de integración: En las aproximaciones no rigurosas, las referencias a términos como emoción, motivación, plasticidad, neuronas espejo, entre otros provenientes de la neurociencia, no pasan de ser meras menciones. No se ofrece una explicación de cómo integrar esos procesos con la educación. Debido a que el aprendizaje es un fenómeno cerebral, resulta obvio que los procesos de plasticidad sináptica, activación de neuronas espejo, regulación emocional y motivacional están implicados, de forma similar a como están inmersos en cualquier otro proceso.
En conclusión, resulta de vital importancia leer con mucha cautela cualquier material que venga presentado bajo el nombre neuroeducación, pues, si bien en muchas ocasiones la utilización del prefijo “neuro” no pasa de ser un engaño, existen posiciones claramente sustentadas en la neurociencia y con la coherencia y la rigurosidad requeridas por la ciencia.
La neuroeducación entonces tiene una calificación en dos niveles, presenta algunas aproximaciones ligeras que hacen necesario mantenernos alertas para no caer en engaños. Pero tambien contiene una propuesta consistente y con muy buenos avances respecto a la aplicación de las neurociencias en la educación. Por lo que la neuroeducación es un cerebro consistente.
Cerebro consistente
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